PREMIO NÓBEL

Premio Nobel en Fisiología o Medicina 2017: Reconocimiento a nuestro reloj interno

Recientemente, un grupo de científicos estadounidenses fue reconocido con el Premio Nobel en Fisiología o Medicina por sus aportes sobre los mecanismos moleculares que controlan los ritmos circadianos. La Dra. Estela Maris Muñoz, Investigadora del IHEM, explica de qué se trata este estudio.


Los seres vivos no vivimos encapsulados. Por el contrario, lo hacemos generalmente en comunidad y en comunicación permanente con el ambiente que nos rodea. El poder anticiparnos al día y a la noche, y a cambios ambientales en general, nos permite vivir de manera más saludable y adaptarnos continuamente a nuestro entorno. Esta sincronía ser-ambiente es posible porque contamos con herramientas para alcanzarla. Nuestro reloj circadiano (del latín circa que significa ‘alrededor de’ y dies que significa ‘día’) es una de esas estrategias. Se trata de una pieza de joyería que reside en cada una de nuestras células, es autosustentable, pero con capacidad de ser sincronizado, por ejemplo, por la luz y la temperatura ambiental.

Este año, los Cronobiólogos, y el público en general, hemos presenciado el reconocimiento del impacto del reloj circadiano en la vida a través del Premio Nobel en Fisiología o Medicina, anunciado el pasado 2 de Octubre por la Asamblea Nobel (Instituto Karolinska, Estocolmo, Suecia). Tres pioneros en el Área de la Cronobiología, Michael Rosbash (Universidad Brandeis), Jeffrey C. Hall (Universidad Brandeis) y Michael W. Young (Universidad Rockefeller) fueron galardonados por el esfuerzo paralelo de descubrir el primer gen reloj, al cual se lo denominó Periodo (Per; 1984). Para ello se valieron de la mosca de la fruta, Drosophila melanogaster, un organismo relativamente pequeño pero valioso como modelo de estudio. El gen Per codifica para una proteína, PER, la cual se acumula y degrada periódicamente dentro de la célula. Además, PER por interacción con otras proteínas reloj se encarga de reprimir la transcripción de su propio gen, sustentando su propia oscilación.

A estos trabajos le siguieron innumerables estudios de los pioneros laureados y de numerosos grupos que llevaron al descubrimiento de las múltiples piezas que conforman el reloj circadiano no sólo en Droshophila sino a lo largo de las distintas especies, incluido el ser humano.

El reloj circadiano trasmite la temporalidad a manera de cascada a todos los procesos biológicos, definiendo por ejemplo las horas ideales para el sueño y la vigilia, para procesos metabólicos y hormonales diversos, e incluso para el aprendizaje. Frente a esta amplitud de funciones es deducible la importancia de un reloj circadiano sincronizado en la salud, y el impacto de su mal funcionamiento en diversas patologías, como los trastornos del sueño y del ánimo, y la obesidad y  la diabetes.

Desde hace más de una década, nuestro Grupo en IHEM se encuentra estudiando al reloj circadiano desde el punto de vista de su ensamblaje y del mantenimiento de sus funciones a lo largo de la vida, tanto en condiciones normales como patológicas. El reconocimiento mundial de su existencia es un enorme estímulo para todos y debería fortalecer las políticas de Estado e institucionales para asegurar la continuidad del Área en pro de un mayor entendimiento de la biología circadiana y su impacto en el equilibrio de las especies y el bienestar general.

Ver: https://www.nobelprize.org/nobel_prizes/medicine/

Ver: http://www.saneurociencias.org.ar/otorgan-premio-nobel-de-medicina-a-michael-rosbash/

Por: Dra. Estela Maris Muñoz (Investigadora Independiente, IHEM, CONICET-UNCuyo)