CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES

El valor de nuestras escuelas rurales

Una investigadora del INCIHUSA repasa la historia de los establecimientos educativos rurales de Mendoza.


Escuela Juan Lavalle en Villa Tulumaya, Lavalle, construida a finales de la década de 1920 (Fuente: La Quincena Social, n. 553-554, julio de 1942).
Celebración del 25 aniversario de la escuela Adolfo Calle en Nueva California, San Martín (Fuente: La Quincena Social, n. 680-681, noviembre de 1947).
Interior de la escuela Francisco Arias en La Pega, Lavalle. Edificio construido en la década de 1930 (Fuente: Historial de la escuela).
Escuela Dardo Rocha en La Escandinava, General Alvear (Fuente: RIOS, Arnaldo Danilo, Las Escuelas Nacionales de Mendoza, DGE – Ediciones Educativas, Mendoza, 2007).
Escuela María Magdalena Tisera de Guevara en Algarrobo Grande, Junín (Fuente: RIOS, Arnaldo Danilo, Las Escuelas Nacionales de Mendoza, DGE – Ediciones Educativas, Mendoza, 2007).
Escuela Correo Salinas en Polvaredas, Uspallata, Las Heras (Fuente: Summa, n. 99, marzo/abril 1976, Buenos Aires, p. 60).

Por: Dra. Arq. Isabel Durá Gúrpide – Grupo de Historia y Conservación Patrimonial, INCIHUSA

Las escuelas rurales de Mendoza están estrechamente vinculadas al paisaje mendocino. Se reconocen fácilmente como hitos en el territorio, situadas junto a la red viaria, y constituyen polos educativos y lugares de encuentro comunitario.

Muchas de estas escuelas fueron creadas en las primeras décadas del siglo XX y su extensión y transformaciones acompañaron al desarrollo productivo, demográfico y social de la provincia. En sus inicios funcionaron en su mayoría en edificios prestados o alquilados, pensados para otros usos, y sus edificios específicos se construyeron con posterioridad.

En 1884 el gobierno nacional otorgó a las provincias autonomía en materia de educación; no obstante, a partir de la aprobación en 1905 de la Ley Láinez, los gobiernos provinciales podían solicitar al gobierno nacional la construcción de escuelas en “las pequeñas agrupaciones lejanas de los focos de cultura”. De esta manera, ambos agentes participaron en la construcción de escuelas en Mendoza hasta que en 1978 se concretó la transferencia de la totalidad de las escuelas nacionales a la provincia.

En 1906 el Consejo Nacional de Educación realizó un relevamiento de necesidades y creó las primeras escuelas nacionales de Mendoza. Sin embargo, la construcción de edificios para estas escuelas fue escasa en la provincia en las primeras décadas, se estima un máximo de diez, y fue frecuente la contribución de vecinos para su concreción.

La mayoría respondía a proyectos singulares, como la escuela Argentinos Uruguayos en Villa Atuel, San Rafael (https://www.losandes.com.ar/opinion/la-escuelita-que-gano-el-primer-mundial-de-futbol/) y en la década de 1930 se instaló un prototipo de construcción prefabricada, traído en tren desde Buenos Aires, para la escuela Heriberto Baeza en Los Campamentos, Rivadavia. En general, se trataban de pabellones aislados, de una o dos aulas y con vivienda para el director.

Por otro lado, el gobierno mendocino tomó parte tempranamente en la construcción de infraestructura educativa en el ámbito rural. A final de la década de 1920, el gobierno de Alejandro Orfila construyó escuelas para contribuir a la extensión de la educación fuera del área metropolitana, cinco de ellas en villas cabecera departamentales (La Paz, Lavalle, Malargüe, San Carlos y Tunuyán) y dos en zonas de población dispersa (las escuelas Gervasio Posadas en Barriadas, Junín, y Julio Leónidas Aguirre en Villa Hipódromo, Godoy Cruz). Esta iniciativa estuvo enmarcada en una reforma estructural del sistema educativo provincial que propició la introducción de pedagogías de vanguardia y tuvo su reflejo en los nuevos edificios.

En la década de 1930, los gobiernos mendocinos pertenecientes al Partido Demócrata Nacional emprendieron un importante plan de construcción de infraestructura pública donde las escuelas se destacaron como símbolo de progreso e identidad provincial. En 1935, la publicación mendocina La Quincena Social decía al respecto: “Se trata de edificios antisísmicos, con todas las condiciones exigidas por la ciencia pedagógica moderna y por la arquitectura escolar”. Se construyeron 8 escuelas rurales según proyectos tipo de 1, 3 ó 5 aulas y vivienda para el director, de amplias dimensiones y con una adecuada iluminación y ventilación. Entre ellas, pueden citarse las escuelas Adolfo Calle en Nueva California, San Martín, y las lavallinas Simón Chávez en El Vergel y Francisco Arias en La Pega.

En torno a 1950, se construyó el mayor número de estos centros en la provincia. La totalidad de las escuelas rurales construidas en Mendoza durante el primer peronismo alcanzó la cifra de 97: 43 nacionales del Primer Plan Quinquenal, 6 nacionales de la Fundación Eva Perón y 48 de los gobiernos provinciales de Faustino Picallo, Blas Brisoli y Carlos Evans. Esta labor se vio beneficiada por la acción coincidente de los distintos niveles de gobierno y la continuidad de las políticas provinciales.

Las escuelas construidas en este período, tanto las nacionales como las provinciales, destacaron por sus grandes dimensiones, abundante programa complementario y la calidad de sus instalaciones; características que contribuyeron a reforzar su papel de referente institucional en las áreas rurales. Los distintos agentes utilizaron proyectos tipo, en los que predominó el esquema en “L”, pero mientras las escuelas nacionales resultaban uniformes, los prototipos provinciales contemplaron la adaptación a su contexto particular. Algunos ejemplos son las escuelas nacionales Escuela Dardo Rocha en La Escandinava, General Alvear y Hilda C. Hambrosini en Atuel Norte, San Rafael; la escuela María Magdalena Tisera de Guevara en Algarrobo Grande, Junín, construida por la Fundación Eva Perón; y las escuelas provinciales Julio Mayorga en Carrodilla, Luján, y Ventura Segura en La Dormida, Santa Rosa.

También cabe referirse a las escuelas rurales construidas por el gobierno provincial en la década de 1970. En esta ocasión se optó por el empleo de un proyecto tipo realizado por la arquitecta Marta López, de la Dirección de Arquitectura y Planeamiento. Se trataba de un modelo compacto, con espacio central de usos múltiples y el programa en dos de sus lados: las aulas al norte y los sanitarios, administración y vivienda del director al sur. Este prototipo podía adaptarse con pocas variables a distintas condiciones climáticas y era fácilmente ampliable. Se construyó en numerosas locaciones y sirvió después para mejorar la infraestructura de las escuelas nacionales transferidas y erradicar las escuelas-rancho. Son ejemplos la escuela Correo Salinas en Polvareas, Uspallata, y la escuela Alas Argentinas en Philipps, Junín. El proyecto fue publicado en 1976 en la reconocida revista Summa, editada en Buenos Aires, junto a una selección de arquitectura mendocina destacada.

Muchas de estas escuelas se conservan en la actualidad y sus edificios han experimentado a lo largo del tiempo ampliaciones y modificaciones, en sintonía con distintos procesos e injerencias de los agentes vinculados. Se identifican en ellas valores históricos y arquitectónicos que confluyen en su identificación como referentes simbólicos para su comunidad. Estás condiciones las definen como un valioso patrimonio cultural a conservar y potenciar como recursos para el desarrollo local. Por otro lado, cabe referirse a su condición de red cultural extendida en el territorio y a los valores de su modelo educativo, puesto en foco recientemente. Así, el conjunto de escuelas rurales se reconoce como una herramienta eficaz para acompañar los procesos de transformación educativos y territoriales actuales.