CIENCIAS EXACTAS Y NATURALES
Árboles que hablan
Un grupo de investigadores del CONICET estudia el sistema climático analizando los anillos de crecimiento de los árboles.
Un árbol puede ser milenario y contener información sobre acontecimientos ambientales impensados. Es por ello que investigadores del Grupo de Dendrocronología -del griego: dendron = árbol, chrono = tiempo, logos = estudio- del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales – IANIGLA (CONICET-UNCuyo-Mendoza) dedican su trabajo a conocer cómo ha sido la evolución del sistema climático en el tiempo a través del estudio de los anillos de crecimiento anual de los árboles.
La disciplina se sustenta en la idea de que el crecimiento radial de las especies leñosas es rítmica, y de forma anual, de acuerdo a condiciones ambientales determinadas por las diferentes estaciones del año. Eugenia Ferrero, Investigadora Asistente de CONICET y especialista en esta disciplina explica: “el ancho de los anillos de crecimiento de un árbol depende de las condiciones climáticas donde esté creciendo, puede dar información de precipitaciones o de temperatura, y en estudios más avanzados pueden dar información sobre la ecología completa del bosque. Se empezó estudiando -continúa- para conocer las relaciones que había entre el crecimiento de los árboles y las precipitaciones, teniendo en cuenta que si un año es muy seco el anillo va a ser muy delgado y si llueve mucho va a ser ancho”.
La investigadora sostiene que, una de las ventajas de la dendrocronología, es que permite fechar con total exactitud la ocurrencia de un determinado evento climático debido a que el árbol registra un crecimiento en la época estival (o la estación de lluvias), y en invierno (o la estación seca) se detiene. De esta forma, a cada anillo de crecimiento se le puede asignar un año calendario específico, lo que se denomina “datado” o “fechado”. En una secuencia de anillos de crecimiento de un árbol vivo, el último anillo que se forma corresponde al último año de crecimiento; retrocediendo hacia atrás en la secuencia se asigna a cada anillo el año calendario que le corresponde, durante al cual se formó. A la vez se pueden ir caracterizando anillos particulares, como los muy delgados o los muy anchos: “Si saco las muestras en el 2014 y voy analizando los anillos hacia atrás, puedo saber por ejemplo que en el año 1921 hubo una sequía. Luego se hacen validaciones estadísticas con más series de árboles del sitio, para asegurarse que el evento registrado en un año corresponda a una respuesta climática regional y no a un suceso particular de un árbol, y así pueden hacerse análisis de las secuencias de eventos y ver en el tiempo cómo ha variado el clima, con qué frecuencia han ocurrido las sequías, las épocas de lluvias o cómo ha variado la temperatura”, explica la investigadora.
A diferencia de otras herramientas de estudio, la dendrocronología permite una evaluación de las variaciones climáticas en periodos más extensos, puesto que hay especies de árboles que pueden vivir cientos y hasta miles de años: “con un registro de 50 años solamente, no sabés a ciencia cierta si determinado evento ha ocurrido otras veces en el pasado, si es nuevo o si puede volver a suceder; poder estudiar hacia atrás en el tiempo y ver cómo es la secuencia de los cambios ambientales puede dar una idea de si lo que estás viendo ahora es nuevo o ha ocurrido anteriormente y con que frecuencia en el pasado”.
Ferrero destaca que tener una visión a largo plazo del comportamiento del sistema ambiental permite realizar reconstrucciones climáticas más precisas, ayuda a entender cómo se comporta el sistema climático y a tomar los recaudos necesarios ante la existencia de eventos extremos.