CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES

Tratan disfunciones cognitivas para mejorar el rendimiento escolar

Investigadoras del INCIHUSA recurren a actividades lúdicas para mejorar el aprendizaje en alumnos de establecimientos educativos primarios.


Las funciones de control cognitivo, o también llamadas funciones ejecutivas, son habilidades esenciales que intervienen en el desarrollo intelectual y resultan indispensables para el correcto desenvolvimiento de los individuos a lo largo de su vida.

Algunos niños en edad escolar presentan ciertas dificultades en estos procesos mentales, los cuales intervienen en la recepción, selección, transformación, almacenamiento, elaboración y recuperación de la información.

Atención, memoria, resolución de conflictos interpersonales, son algunas de estas funciones que, al igual que el resto de los comportamientos de los seres humanos, se desarrollan en el ámbito social y son el resultado de la interacción entre los individuos, y entre estos y su contexto.

Una de las líneas de investigación del Grupo de Psicología Evolutiva y Educacional del Instituto de Ciencias Humanas Sociales y Ambientales (INCIHUSA-CONICET) consiste en la detección y tratamiento temprano de ciertas dificultades en el funcionamiento socio-cognitivo y su implicancia sobre el rendimiento escolar.

Mirta Ison, Investigadora Independiente de CONICET y responsable del equipo, explica que el Programa de intervención de funciones socio-cognitivas –como se denomina- busca, a través de un elaborado plan de acción, determinar las causas de estas disfunciones y aplicar una serie de estrategias para resolverlas: “acudimos a las escuelas de gestión estatal de la provincia, preferentemente aquellas caracterizadas como urbano-marginadas. Primero hacemos una evaluación de las capacidades cognitivas de los niños y después si vemos que alguna de ellas se encuentra por debajo de lo esperado para su edad cronológica, proponemos un programa de acción a través de la estimulación de esas funciones para ver si podemos favorecer su desarrollo. Después comparamos el antes y después de esa función a fin de analizar la efectividad del programa de intervención”, detalla la investigadora.

La experiencia en el campo les permitió determinar que aquellos niños cuyos contextos familiares presentan mayor grado de conflictividad muestran mayor tendencia a desarrollar dificultades tanto en la regulación emocional como en las funciones de control cognitivo. Ison destaca que los alumnos que atraviesan realidades familiares complejas, y que no reciben el adecuado acompañamiento de sus padres en el proceso de crecimiento y desarrollo son más proclives a presentar este tipo de problemática: “cuando el niño no tiene la estimulación que te brinda una familia que te incentiva a la curiosidad, al juego, a la lectura, observamos que las funciones de control cognitivo, están por debajo de lo esperado”, explica.

La investigadora afirma que el ámbito donde los individuos se desenvuelven es clave para el desarrollo óptimo de estas capacidades: “no es que el niño o niña no tenga esa capacidad, pero necesita de un medio que favorezca y permita su desarrollo”.

A través del programa de intervención de funciones socio-cognitivas el equipo de psicología evolutiva y educacional aplica distintas herramientas que permiten detectar y tratar a aquellos alumnos que presentan dificultades a nivel cognitivo y de integración social: “el programa de intervención consiste en ejercitar las funciones cognitivas; y lo hacemos a través de actividades lúdicas que estimulan la atención, la memoria, la flexibilidad cognitiva y las relaciones interpersonales”. Además prevé una participación activa del docente y la familia: “se busca el apoyo de la escuela y de la familia, aquel niño que lo tiene va a tener mejor desempeño en relación con otro que no lo tenga”, agrega.

La investigadora asegura que en un 80% de los casos, los alumnos que participan de este tipo de experiencias logran mejorar estas funciones.

No son casos perdidos

Ison afirma que existen periodos ideales para el desarrollo de estas funciones. Aquellos niños que, durante los primeros años de vida, presenten mayores dificultades en su funcionamiento ejecutivo necesitarán mayores apoyos para lograr un desarrollo óptimo de las mismas “probablemente a ese niño o niña le va a ser más dificultoso el desarrollo, sobre todo en la escuela secundaria, donde se van exigiendo cada vez más habilidades. En general, -continúa- son adolescentes que tienden a abandonar la escuela, a iniciar y abandonar sistemáticamente, a tener altos índices de frustración, entonces ante el menor inconveniente no perduran en las tareas, hay complicaciones, y quedan expuestos a otros problemas. Un adolescente que es poco contenido por un grupo de adultos está más expuesto a desarrollar comportamientos complicados”.

Asimismo, la investigadora aclara que si bien aquellos jóvenes que durante su infancia no tuvieron el incentivo suficiente para el desarrollo de estas habilidades pueden, con el acompañamiento adecuado, recuperar y mejorar sus funciones cognitivas.