CIENCIAS BIOLÓGICAS Y DE LA SALUD
Roedores del desierto: estudian el comportamiento de la rata vizcacha colorada
Es una de las especies en amenazas según la UICN. El estudio podría dar claves para la conservación de los mamíferos en tierras secas.
El 39% del territorio continental del país corresponde a zonas áridas. El conocimiento de las especies animales que allí habitan es fundamental para el diseño de planes de conservación que permitan preservar la biodiversidad de estos ecosistemas. Andrea Tarquino, bióloga y becaria doctoral del CONICET, trabaja en el Grupo de Investigaciones de la Biodiversidad (GIB) del Instituto Argentino de Investigaciones de las Zonas Áridas (IADIZA, CONICET-UNCuyo-Gob. Mza) analizando cómo usan el espacio los pequeños mamíferos del desierto, es decir, de qué manera estos animales se agrupan, se dispersan y se comportan.
Para ello, tomó como modelo de estudio a la rata vizcacha colorada. Un roedor endémico de la ecorregión del Monte, categorizado como especie casi amenazada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN, por sus siglas en inglés) y que según la investigadora Agustina Ojeda, directora de beca de Tarquino, se trata de una especie “única” entre los mamíferos del desierto, por las adaptaciones morfo-eco-fisiológicas que presenta, por las características particulares de su genoma -tiene el mayor tamaño genómico entre los mamíferos- y por presentarse en poblaciones relativamente pequeñas distribuidas a modo de ‘islas’ o parches separados, algunas veces, por cientos de kilómetros.
“Mi investigación se orienta a responder y comprender, por ejemplo, cuántos individuos viven en cada madriguera, con qué frecuencia los individuos cambian de madriguera, si machos y hembras se comportan de forma similar en cuanto al uso del hábitat, cuánto se mueven en el día, cuánto de una estación a otra, si hay cuidado parental, entre otras cosas”, detalla la bióloga, quien para realizar su trabajo de campo, debe viajar más de cien kilómetros a un paraje denominado Lagunas de Guanacache, en la frontera entre Mendoza, San Juan y San Luis.
“En nuestro análisis hemos encontrado, por ejemplo, que las madrigueras tienen una mayor proporción de entradas orientadas hacia el norte, particularmente en los meses de primavera y verano, cuando el sol está un poco más cerca de la tierra con respecto a su posición. Esto sugiere adaptaciones comportamentales a los cambios producidos en el desierto durante el verano o la primavera, y que finalmente, tienen una memoria espacial de su sistema”, describe la bióloga.
Otro de sus objetivos es estudiar el área de acción de la rata vizcacha colorada. El área de acción es definida como el espacio usado por el organismo durante sus actividades diarias. Los estudios realizados por el GIB hasta la fecha han revelado que, en general, estos roedores usan una madriguera por individuo, que los machos se mueven un poco más que las hembras en algunos sitios y que además, si bien usan una madriguera principal durante casi toda la noche, también usan otras madrigueras cercanas en periodos más cortos de tiempo.
“Todo este uso del espacio está relacionado con el conocimiento de los recursos disponibles, las rutas de escape, las áreas de alimentación y la calidad y ubicación de los sitios de nidificación”, explica la bióloga y continúa: “El conocimiento del espacio podría influenciar la respuesta de los individuos a diferentes amenazas. Además, la familiarización con un área, conduce a mejorar la motivación para la defensa de ese espacio exclusivo que contiene los recursos valorados, refugio y alimento, principalmente”.
“Nuestro propósito es continuar estos estudios en otras poblaciones e integrarlos con resultados que proporcionen las investigaciones en marcha sobre diversidad genética de la rata vizcacha colorada. Esto nos ayudará a establecer prioridades respecto a qué poblaciones conservar. Considero que la investigación proporcionará información fundamental para el mejor entendimiento de la historia natural de roedores del desierto como para el diseño de planes de conservación de la biodiversidad de las tierras secas”, concluye.